miércoles, 21 de julio de 2010
Chile, tres ciudades...
De camino a Chile pasé por Mendoza en la Argentina, una ciudad lindísima, muy pintoresca, aunque estuve solo dos días y una noche, recorrí todo lo que pude, lo más llamativo es que todavía existen ómnibus eléctricos circulando como los había antes en Montevideo, y se ven tan antiguos como aquellos trolebús que cada tanto se desenganchaban en alguna esquina. Un lugar que no se puede dejar de visitar, con botella de agua en mano y zapatos cómodos, es el Cerro de la Gloria, la entrada es un portón forjado que impacta por su belleza y tamaño, cuenta con varias hectáreas de bellos jardines que rodean algunos edificios donde funcionan las universidades de la ciudad; en la cima hay un grupo escultórico realizado por Juan Manuel Ferrari, es muy sorprendente, en su basamento pude ver los escudos de Argentina, Chile y Perú, evoca la gesta libertadora del Gral. San Martín, prócer de los argentinos, el monumento es grande, figuras de caballos, soldados y un cóndor listos para la batalla sobre un terreno escarpado no deja lugar a dudas del lugar del planeta que está representado, Los Andes, la vista que ofrece este cerro de la ciudad es increíble, y fue solo un adelanto de lo que me esperaba en los días siguientes de mi viaje, donde las alturas fueron las protagonistas.
Luego retomé el camino hacia el país de Pablo y Gabriela, la última ciudad Argentina, Uspallata, marco el comienzo de mi ascenso, primero por la pre cordillera que luego se transformó en la Cordillera de los Andes, que te deja sin aliento a cada momento, es magnífica por donde se la mire, se veían hilos de agua buscando a gran velocidad la salida al mar, todo tipo de rocas, paisajes lunares y luego profundos valles verdes, vías de tren que se pierden en túneles abiertos en la piedra , picos nevados y precipicios que dan miedo pero de una belleza inigualable, me cansé el dedo de presionar el botón de la cámara, mirase para donde mirase encontraba un paisaje hermoso, luego de seis horas de regalos visuales estaba llegando a la capital chilena, es increíble como aprovechan hasta el último pedacito de tierra en las laderas de las montañas para sus cultivos, ya lo había visto en Perú donde plantaban en terrazas pero me sorprendió la gran cantidad que habían en Chile; vides, manzanos, naranjales, y muchos otros tipos de cultivos en campos sumamente prolijos y se usa el agua que baja de la montaña, canales y esclusas que los propios pobladores administran cumplen la función de mantener todo con vida.
De pronto la carretera se hace más rápida, se convirtió en autopista y llegué a la Terminal de buses de Santiago, tomé un Metro, que en Chile son muy modernos (tienen precios diferenciales según el horario y se puede combinar con los buses urbanos, un nuevo sistema que se estaba implementando recientemente, el Transantiago o algo así, los precios oscilan entre $ 130 a $ 420 pesos chilenos), fui hacia el centro para buscar el hospedaje que quedaba en la Plaza de Armas (http://www.plazadearmashostel.com) la verdad lo recomiendo con los ojos cerrados a este hospedaje, queda en un sexto piso frente a la plaza de armas, desde sus balcones se puede ver la Catedral Metropolitana, una hermosa iglesia varias veces re construida y varias veces tirada debajo de nuevo por los terremotos, también se puede ver el edificio neoclásico del Correo, y se ven algunos picos de la Cordillera, queda a unas cuadras del famoso Palacio de la Moneda, sede de gobierno chileno donde fue derrocado el presidente Salvador Allende.
Santiago es una ciudad muy linda, con extensas avenidas, los vehículos circulan ordenadamente y son muy respetuosos en el tránsito principalmente con el peatón. Me gustó mucho el Barrio Brasil con construcciones que se acercan más a la influencia europea de mediados del s. XIX, hay una plaza muy bonita en ese barrio me parece dedicada a la Prensa en la calle Concha y Toro.
Otro barrio que está muy bueno es el Bella Vista donde están la mayoría de los boliches, pubs y restaurantes de la ciudad con una movida nocturna interesante y presenta una amplia oferta gastronómica, yo probé la Paila Marina, después que el mozo me repitió tres veces el nombre me lo aprendí, es muy sabrosa ( $ 1600 pesos chilenos, unos 4 dólares), otra cosa que deben probar son las Sopaipillas o algo así son como tortas de maíz que venden en la calle y también prueben las empanadas Pino que son una delicia chilena.
La noche chilena tiene una muy variada oferta, eso si empieza temprano a las 12 de la noche todos los boliches funcionan a pleno, y se extiende hasta las 5, donde apagan la música y cada uno para su casa.
Otro de los barrios interesantes es Las Condes es una barrio residencial muy lindo y donde parece haberse trasladado la especulación inmobiliaria, hay construcciones por todas partes, y los edificios son prácticamente nuevos.
La ciudad cuenta con diversos lugares de interés cultural, en la zona céntrica, sobre la avenida de la Alameda está el Palacio de la Moneda que ya mencioné, debajo de la gran fuente que domina la fachada posterior, hacia la avenida, hay un museo de artes visuales, en el momento que fui había una exposición sobre España, al recinto se accede mediante rampas flanqueadas por bambúes, y en salas anexas hay muestras de pintores chilenos. Saliendo del museo se puede visitar el patio interior del Palacio, donde tiene su despacho el presidente de turno.
Otros lugares muy interesantes son: el Museo Histórico Nacional (entrada: $ 600 chi ), la casa del famoso escritor Pablo Neruda, el Museo de Bellas Artes ( entrada: $ 600 chi) con una estatua Icaro y Dédalo en la entrada, y el Mercado Central, una construcción de hierro y vidrio muy ecléctico, donde hay una variada oferta de frutos del mar, muy similar al Mercado del Puerto de Montevideo, cruzando la calle está el antiguo edificio de la Estación Mapocho del Ferrocarril, que lleva el mismo nombre del río que baja de la montaña y cruza rápidamente a unos metros, es una maravilla de hierro y vidrio del estilo de la Gare du Nord de París, la cual hoy funciona como gran salón de eventos.
Hay dos puntos que ofrecen vistas panorámicas de Santiago, ambas pulmones de la ciudad, la primera es el Cerro San Cristóbal al cual sube mediante un funicular( ida y vuelta $ 1400 chi ) o por teleférico ,que cuenta con un Zoológico( $ 500 chi), Jardín Botánico, y un Museo del Vino , esto queda en el Barrio Bella Vista, el otro sitio se llama Cerro Santa Lucía en el Centro, donde hay un parque forestal en el medio de la ciudad, muy lindo y un mirador excelente, con una capilla y una hermosa fuente, los dos cerros ofrecen una vista espectacular, parece que la cordillera abraza la ciudad.
A no más de dos horas de Santiago se encuentra la hermosa ciudad Viña del Mar, muy ordenada y limpia, allí está el anfiteatro donde se realiza el famoso festival de Viña, es a cielo abierto, aprovechando la pendiente del terreno lo construyeron en muy poco espacio, cerca de allí está la Quinta de Vergara una casona de estilo neogótico de color blanco que funciona como museo, rodeada de hermosos jardines y estatuas ecuestres, un buen lugar para tomar un descanso.
Viña es una ciudad balneario donde muchos santiaguinos veranean, las pendientes allí son muy pronunciadas. Las casas son en su mayoría de madera con techos a dos aguas, con lindísimos jardines que se adaptan al terreno.
Hay una playa, que se llama Reñaca, ahí pude ver gran cantidad de pelícanos y gaviotas a la pesca, la bruma del Pacífico cubre todo por unos minutos y luego se retira es un fenómeno muy curioso, la arena de la playa es gruesa y oscura, supongo que debe ser de origen volcánico, y el agua es cristalina de un azul intenso, muy pero muy fría, no entiendo como había gente bañándose, yo los miraba con incredulidad.
Desde allí podés tomar un ómnibus o el metro, para llegar a la siguiente ciudad de Valparaíso, que está a no más de 20 minutos, la verdad me encantó, se compone de muchos cerros, 45 en realidad, cuyas laderas descienden hasta tocar el océano mismo, y en ellos como frutas colgando de un árbol infinidad de casitas de madera de vivos colores que parecen de juguete a lo lejos. Tiene un puerto grande con una importante actividad comercial, hay un paseo en lancha por la bahía (3 dólares aprox.)que no se lo pueden perder, ofrece una visión mas clara del todo el entorno, y podés ver hasta un astillero flotante, como también una gran cantidad de embarcaciones entre los cuales se cuentan los de la marina chilena, la ciudad en sí, se compone de calles sinuosas que sortean las pendientes, el tránsito es mas bien caótico, y la zona cercana al puerto tiene edificaciones muy viejas, por todos lados se abren callejones húmedos, caminando uno no sabe cuando es adentro y cuando es afuera, de repente estás en un mercado techado y unos pasos mas adelante encontrás una placita estrujada entre dos calles, el viento te trae de vez en cuando un fuerte olor al pescado que se vende en todas partes, para subir a los cerros hay 14 funiculares antiguos que tienen casi el centenar de años, son patrimonio histórico de Chile, y claro están bien conservados porque siguen bajando y subiendo a los valparaisinos, puede pasar que no te den confianza bueno para eso hay infinidad de escaleras de todas las formas imaginables que no parecen seguir ninguna norma mas que las del propio capricho del terreno, algunas casas tienen el acceso por el piso superior.
Imperdibles son los cerros de la Concepción que históricamente recibieron a las colonias inglesas y alemanas a principios del s. XVIII, y el Cerro Alegre, donde se puede visitar la escuela de Bellas Artes, y una casona antigua, la Casa Higueras de los años 30 que es un hotel reciclado, son bellísimos lugares, en otro de los Cerros el Florida esta una de las casas de Pablo Neruda “La Sebastiana” la subida es cansadora pero vale la pena, desde los ventanales hay unas vistas de ensueño, cada espacio de la casa y del jardín parecen recitar un poema, en ese mismo jardín me senté un rato, al estirar las piernas me dí cuenta de lo mucho que me dolían, revisé en mi mochila una selección de poemas de Neruda que había traído conmigo desde Montevideo pero que no había sacado en todo el viaje hasta este momento, el lugar me inspiraba mucha paz a pesar de estar con decenas de personas a mi alrededor inicié mi lectura, uno de ellos cuenta como Valparaíso que frecuentemente es azotada por terremotos se recupera y sigue adelante:
“Pronto, Valparaíso, marinero, te olvidas
de las lágrimas, vuelves a colgar tus moradas,
a pintar puertas verdes, ventanas amarillas,
todo lo transformas en nave, eres la remendada
proa de un pequeño, valeroso navío.”
Cuando estaba atardeciendo bajé para tomarme el ómnibus de regreso a Santiago.
Al final del día no quería saber nada con subir más que a la cama, pero de verdad si vas a Chile no dejes de visitar esta hermosa ciudad al costado del mar. “Amo, cuanto encierras y cuanto irradias, novia del océano…” Salud hermanos chilenos tienen un país hermoso!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario