sábado, 4 de junio de 2011

Santa Teresa, Rocha

Este verano como todos los veranos viajé a Rocha, con la particularidad que esta vez no viajaba solo sino con mi hermano menor, hora que conociera ese paraíso, ya se lo venía prometiendo hace bastante y bueno llegó el momento.
Primero Sebastián tuvo que viajar a Montevideo y después si salimos para Rocha.

Unas 6 horas de viaje en ómnibus con unos franceses detrás de nosotros que hablaban sin parar fue como viajar con un panal de abejas al lado, agradecí cuando empecé a ver los techitos a dos aguas de Punta del Diablo señal que quedaban como máximo media hora de viaje, nosotros íbamos al parque nacional de Santa Teresa.

Al llegar al parque nos registramos en la entrada, nos entregaron varios papelitos,

una leída rápida de los títulos "no quemes el verano", "disposiciones del camping", y dos mapas del lugar, guardé todo, después los vería con más detenimiento, ahora teníamos que encontrar un lugar para acampar.

Fuimos a una zona del parque que tiene concentrados varios servicios, supermercado, pub, restaurante, baños, que se llama: "El Chorro", queda cerca de la playa La Moza y es donde van la mayoría de la gente joven.

Armamos nuestro campamento debajo de dos palmeras enanas y nos dormimos una pequeña siesta, el viaje nos había cansado un poco. Los días pasaban tranquilamente no nos complicábamos con nada, cuando nos despertábamos bajábamos a la playa, y volvíamos a la tarde para prender el fuego y preparar la comida, un día fuimos caminando a Punta del Diablo, una caminata de casi una hora por la playa, son dos kilómetros desde Playa Grande al sur.
Ya en Punta del Diablo nos comimos unos buñuelitos de algas con una Pilsen bien fría, y luego regresamos a Santa Teresa, llegamos a la noche muertos de cansancio, esa noche había un circo en "el chorro", estuvimos mirando a los trapecistas y malabaristas un rato, pero el hambre nos ganó así que volvimos al campamento a preparar unos mejillones que recogimos ese mismo día en la Moza.
Al otro día amaneció lloviendo, quedarnos en Santa Teresa sería un suicidio mental, así que nos tomamos un ómnibus al Chuy una ciudad mitad uruguaya mitad brasileña donde aprovechamos para comprarnos ropa y nos comimos unos exuberantes baurús.
Exhaustos volvimos a Santa Teresa seguía lloviendo, por suerte existe internet, mañana sería otro día.
Amaneció nublado pero ya no llovía, como no había sol estaba ideal para caminar así que nos fuimos por adentro del parque, visitamos la Fortaleza que era lo que nos quedaba más cerca, siempre espectacularmente bien conservada, ya la conocía pero quería que Sebastián viera esta construcción que parece un castillo por sus grandes murallas y puente levadizo, le encantó.
Después fuimos a la Capatacía que tiene enfrente un gran jardín Botánico con todo tipo de plantas y árboles de todo el mundo, que detrás tiene un bañado con un observatorio de aves donde un carpincho nos sorprendió al cruzar nadando muy cerca de nosotros, último día amaneció espectacular como para que nos queden ganas de volver el próximo año, decidimos pasarlo en la Moza, unas olas impresionantes no nos dejaron nadar, ni alejarnos mucho de la costa, pero igual no salimos del agua en todo el día salvo para comer unas frutas que habíamos llevado. Al caer la tarde caminamos por la playa hasta unas rocas, juntando caracoles y de pronto otra sorpresa a unos pasos delante se levantó una cabeza negra reluciente, primero pensé que era un pez enorme que estaba encallado pero al acercarnos más vimos que era un lobito de mar, una belleza, Rocha nos despedía así con sus mejores galas.

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